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Nos encontramos ante uno de los más impactantes y originales conjuntos de los muchos que proliferaron en el solar patrio durante la memorable y omnipresente década de los 60. Inconformistas y rebeldes por naturaleza, Los No fueron los auténticos mod hispanos. Asiduos de la mítica sastrería Garvi, vestían y ejercían de artistas transgresores dentro y fuera de los escenarios. Rompían sus instrumentos al estilo de The Who, dictaban la moda en el vestir masculino, lucían cuidadas pelambreras y respondían al modelo anglosajón que luego películas como «Quadrophenia» (Franc Roddam, 1979) han servido a las nuevas generaciones que no tuvieron la suerte de vivir aquella época en primera persona. Pantalones de rayas o cuadritos, botines, cinturones de hebillas colosales, camisas de flores o amebas, jerséis de cuello alto con franjas de colores o lisos en tonos chillones eran algunas de las prendas que conformaban su armario. Lo que por entonces se denominaba moda op-art.
Los No se forman en Barcelona sobre los escombros de un grupo anterior llamado Cristone y Los Póker, que no llegaron a grabar, pero que se hicieron con un nombre entre la pléyade de grupos catalanes del momento. De ese grupo salió Víctor Portolés (guitarra rítmica) fundador del grupo en 1966. A él se unieron músicos rebotados de otras formaciones: José Luis Tejada (cantante) del barrio de Poble Sec, Ángel Pascual –Eddy– (bajo), un espectacular batería rubio llamado Roberto Salom y Jean Pierre Gómez, un francés de Casablanca que vivía en Badalona y tocaba la guitarra. Consiguieron un local de ensayo en el Centro Aragonés, en la calle Baja de San Pedro, a cambio de hacer una actuación semanal. A la segunda actuación, la voz de que un conjunto rompedor en todos los aspectos se había presentado en la ciudad se corrió por todo Barcelona. Llenazo apoteósico y el nacimiento de lo que hoy llamaríamos un grupo de culto. En la línea de Los Salvajes o Los Cheyenes, pero si cabe con mayor carga de guitarreo y rhythm ‘n’ blues.
La puesta en escena era espectacular por sus indumentarias y por el guitarrista Jean Pierre Gómez que tocaba la guitarra como un clon de su ídolo Pete Townshend y era capaz de fuegos artificiales al estilo de Jeff Beck o del mismo Hendrix. Actúan varias veces en el Price de Barcelona, que estaba en la Ronda de San Antonio y en el que había veladas de boxeo casi todas las semanas. El reguero de su fama prendió y enseguida su manager, Luis Centaño, les consigue un contrato discográfico. Graban un excelente EP «La Llave / Sentada a mi Lado / Gloria / Lloro por Ti» (Vergara, 1966) de presentación con versiones de Kinks («Sittin’on my sofa»), de Them («Gloria»), de Rolling Stones («Cry to me») más un tema propio. Un autentico vinilo garajero de lo mejor de su época, que muestra un potente guitarreo y un cantante sin complejos.
Poco después hacen un segundo EP «Moscovit / Pienso / Niña Difícil / Incomprendidos» (Vergara, 1966) que les va a traer problemas graves con la censura. En noviembre de 1966 se celebró un referéndum con el que el régimen quería lavar la cara del dictador. En las dos papeletas aparecía un Sí o un No a Franco y todo el aparato estatal se puso a favor del Sí. No se trataba de ganar sino de aplastar cualquier disidencia. En ese ambiente Los No ya eran peligrosos por el nombre, pero es que, además, en esos días ponen a la venta ese segundo EP encabezado por el tema “Moscovit”, un alegato contra la URSS. Sin embargo, en algunos ambientes se entendió como todo lo contrario.
Víctor Portolés narra aquella difícil situación que hoy afortunadamente nos hace sonreír, pero que entonces no tenía ninguna gracia para sus protagonistas: “Durante unas elecciones en las que se pedía el sí para Franco, Los No tuvimos serios problemas de carácter político. Era impensable que en medio de aquella campaña electoral un disc jockey anunciase en la radio: ‘Y ahora con ustedes Los No’. El asunto parece una chorrada, pero así eran las cosas en la dictadura”.
Finalmente las aguas volvieron a su cauce y Los No representaron a España en 1967 en el Festival MIDEM de la industria discográfica europea, en Cannes, y fueron teloneros de The Shadows en sus actuaciones en el mítico San Carlos Club del que Los Sirex habían hecho su cuartel general y una de sus mejores canciones. En aquel segundo EP destacan temas como “Niña difícil” o “Incomprendidos”. Otro buen disco que por los problemas antes relatados apenas se escuchó en las emisoras.
A finales de 1967 el grupo pone punto final a su carrera muy a su pesar, haciendo una última actuación lejos de su hábitat, concretamente en la feria de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real). La mili de Víctor y el traslado de Jean Pierre y José Luis a Madrid en busca de mejores horizontes profesionales hicieron inviable su continuidad. En 1971 hicieron un intento de reunión grabando un nuevo single «Tristeza / Nunca te Podré Olvidar» (Sayton, 1971) bastante flojo, en una pequeña discográfica. Casi todos sus componentes estiraron de forma exitosa sus carreras. Los dos músicos que marcharon a Madrid se enrolaron en formaciones punteras. José Luis Tejada pondría su voz en Barrabás. Por su parte, Jean Pierre Gómez formaría parte de dos efímeros grupos Gente Feliz y La Mosca para finalmente entrar en los Canarios. La sección rítmica; es decir, Eddy y Roberto seguirían en Barcelona, tocando en la banda de acompañamiento de Nubes Grises. Roberto fallecería en Ibiza a principios de los 70 (La Fonoteca).
Os dejo con su discografía completa. Buen Domingo!
En la singladura de nuevos grupos valencianos, surge por el año 1966 un grupo que se hace llamar Los Singals, formación muy joven liderada por Manuel José (bateria) y José Ángel Marín (bajo) que desplegaba un sonido garajero con voces al estilo de The Hollies. Hacen su debut oficial cara al público en el Teatro Micalet de Valencia, que acogía, aunque sin mucha frecuencia, a grupos valencianos. Por allí pasaron Los Rockeros, Bruno Lomas o Los Huracanes. Dicho debut era en una presentación fallera y fue un verdadero éxito.
Los Singals versionaban muchas canciones de The Searches, sobre todo porque el juego de voces eran para ellos una de las claves de su éxito. Cambian posteriormente a alguno de sus componentes, pero siempre dirigidos por Manolo y José Ángel.
Con el nombre artistico de Los Singals no estarían mucho tiempo, pues pronto deciden llamarse Los Pepes (todos sus componentes se llaman José, Manuel José, José Ángel, José María etc.). Sus actuaciones siguen siendo un éxito en los matinales de aquella época, actuando con bandas tan reputadas como Huracanes, Top-Son o Ángeles Negros.
En uno de sus viajes a Madrid, un compositor cubano llamado Ernesto Duarte Brito les propone la grabación de un sencillo bajo el sello Hit, comercializado por Columbia. Sus grabaciones nunca llegaron a reflejar su verdadero fuerte, sus actuaciones en directo, que en el contexto de los 60 pueden calificarse de exquisitas y no tenían nada que ver con las grabaciones antes mencionadas. Grabaron un total de dos sencillos, un EP y un LP, con algunas composiciones propias, como «Cal y cemento» o «Un día feliz, otro de llanto», pero sobre todo versiones que en aquellos momentos estaban en las primeras listas. Así, grabaron de alguna manera algo incomprensible (incluso para el propio José Ángel, gran amigo del que suscribe estas líneas, canciones como «Oh Susana» o «La turista y la gachí»).
Los Pepes hacen programas de TV, y actuaciones por casi toda la geografia española, cosechando éxitos importantes, pero como tantos otros grupos, abandonan este periplo musical y cada uno decide continuar en sus facetas profesionales. Como anecdotario, os puedo asegurar que querían volver, de hecho en las conversaciones que manteníamos Jose Ángel y yo, nos pusimos en marcha e incluso empezaron a ensayar. Pero, cosas de la vida, José Ángel nos dejó inesperadamente, cuando estaba muy ilusionado con este nuestro proyecto. Los últimos componentes de Los Pepes fueron: Manuel José (bateria), José María (guitarra solista), José Manuel (cantante), Federico José (guitarara rítmica) y José Ángel Marín (bajo). (La Fonoteca).
Os dejo con su discografía completa. Buen Domingo.
Si tuviera que elegir entre las tres mejores bandas de los años 60 españolas, sin duda estarían Los Nivram. Y si tuviera que hacer lo mismo con las canciones, sin duda, estaría su "Un amor sin igual".
Los conjuntos de rock instrumental anidaron más en Madrid y Valencia que en Cataluña. Allí fueron muchos los que dieron sus primeros pasos bajo esta modalidad para cambiar enseguida a los temas vocales, mientras que en la capital perduraron las bandas instrumentales hasta bien entrada la década de los 60. Los hermanos Mauri Caprinell, hijos de músicos profesionales, fundaron en Granollers en 1963 Los Nivram porque querían hacer música como The Shadows. De hecho, el nombre del grupo procede de un tema de este grupo británico que a su vez lo tituló así leyendo del revés el apellido de su líder Hank B. Marvin. Precisamente el tema “Nivram” estaba escrito para el lucimiento del bajo, que tiene un largo solo. Pero volviendo a nuestra historia, a Jordi Mauri (voz, saxo, guitarra rítmica), Francesc Mauri (bajo) y Josep Mauri (batería) se unirá Josep –David- Sala (guitarra de punteo).
Al principio pasaron por allí otros músicos de manera fugaz, llegando en algún momento a ser un sexteto. Su debut se produce en el Centri-Club de su localidad, de donde pasan al Casino Astoria. Allí alternan con lo mejor del rock catalán: Los Sirex, Lone Star, Tony Ronald, Los Salvajes, etc. La influencia del beat británico y de las primeras bandas de rhythm and blues pesaba mucho más que su vieja querencia por The Shadows y Los Nivram pronto aprenden a cantar y van alejándose de sus pretensiones instrumentales. Su gran oportunidad les va a llegar casi sin salir de casa.
En mayo de 1964, justo cuando cumplían un año de actividad, se proclaman vencedores del Concurso de Ritmos Modernos, organizado por el Casino de Granollers y que el año anterior había servido de trampolín a Los Mustang. Les salen contratos para la sala Drac, en Cerdanyola y La Tortuga, en Mataró. Aquel verano actúan por la Costa Brava, sobre todo en Calella y alrededores. De vuelta a Granollers, revalidan su triunfo en el Concurso de Ritmos Modernos en 1965. A raíz de este triunfo les llega la oportunidad de grabar su primer EP: “Falsa Ilusión / Mi Nuevo Amor / Un Amor sin Igual / Tema de Peter Gunn” (Regal, 1964): Es decir, tres canciones propias compuestas por Jordi y un único tema instrumental compuesto por Henry Mancini. Los Nivram lucían cabelleras importantes para su tiempo y su entorno y eso les llevó a ser criticados y vetados en algunas salas, sin llegar al jaleo mediático que Los Cheyenes montaron con sus pelos.
La banda sonaba cada vez mejor con un sonido garajero comparable al de Los Salvajes, pero siempre trabajando con canciones propias, algo inusitado en un tiempo en que imperaban los covers de grupos extranjeros. Editan un segundo EP realmente impactante: “Mi Estrella” (Regal, 1966). Un disco muy completo y sin desperdicio que desgraciadamente no pasó de unas modestas ventas locales y comarcales. Aquel 1966 tres de sus componentes son llamados a filas.
Se las ingenian para coincidir en las Baleares, donde mantienen el conjunto como pueden. Y pueden bien, pues entre septiembre de 1966 y octubre de 1967 actúan con cierta asiduidad en la discoteca Tolsted, de Palma de Mallorca. Uno de los locales más modernos de la isla, cuyo propietario, Mike, era el manager de Jimi Hendrix, entre otros destacados artistas.
En octubre de 1967, Josep Sala se marcha a vivir a Finlandia con una joven turista finesa que acababa de conocer aquel verano y es que entre la mili y las turistas, no había conjunto que aguantara. En esos últimos meses de 1967 entra en su sustitución Vicent Caldentey, de Los Z-66. Tras terminar por fin con las obligaciones patrióticas se establecen por unos meses en Madrid. En 1968 los tres hermanos rehacen el grupo y cambian el nombre por el de Mauri Set, actuando por Mallorca, pero sin realizar ya nuevas grabaciones discográficas. En 1969 dan una serie de actuaciones y bailes en el lugar que les había visto nacer: El Centri-Club de Granollers. Su última actuación tiene lugar en Cardedeu en febrero de 1970. Unos meses después fallece Francesc Mauri y sus hermanos deciden finalizar sus actividades musicales y regresar a su tierra.
Calidad y modernidad sorprendente la de estos Nivram, una de las menos conocidas y mejores bandas garageras de nuestra historia, que los buenos aficionados han sabido apreciar, cotizando sus discos y desenterrando su recuerdo. (La Fonoteca).
Buen domingo.
En los 60 tuvo lugar el desarrollo del garage y el beat. En España poco a poco comienzan a surgir formaciones, y algunas como Los Salvajes o Los Huracanes alcanzan un importante reconocimiento. Una de esas bandas pioneras del garage en nuestro país fueron los barceloneses Los Polares.
Su carrera comienza a finales del 64 en Masnou (Barcelona) y pronto se convierten en los sustitutos provisionales de Los Salvajes. Entran en el circuito de conciertos germano e incluso llegan a grabar dos singles en Alemania –“Disc Polares Show Band” y “Folk Beat”- que hoy por hoy son inencontrables. Al contrario que otras bandas de la época que a su vuelta de los circuitos de conciertos extranjeros alcanzaron el reconocimiento en nuestro país –Los Tamara, Los Salvajes, Los Bravos-, Los Polares, a pesar de su indudable calidad, no corrieron la mejor de las suertes. Llegan a España en el 66 y asentados en Masnou graban el que sería su único EP español, “¡Qué Chica Tan Formal!” (Sonoplay, 1966).
Los Polares demuestran en estas cuatro canciones ser profundamente conocedores del garage inglés con cadencia rhythm and blues y siguen una tónica por otro lado bastante común en la época que es la adaptación del cancionero ajeno. Se atreven con el “California dreamin’” de The Mamas & The Papas, el “L.S.D.” -“La droga”- de The Pretty Things y el “Respectable” -“¡Qué chica tan formal!”- de The Isley Brothers. Si nos dejamos llevar por el texto de la contraportada del disco -“serán, muy pronto, ídolos para toda la juventud española, como hoy lo son para la catalana”-, vemos que su discográfica tenía muchas esperanzas puestas en ellos. Pero desgraciadamente, aunque llegan a copar algunas portadas, sobre todo las de la revista Fans de la editorial Bruguera, su impacto a nivel nacional sería mínimo.
Comienzan el 67 en el San Carlos Club -local habitual de Los Sirex– participando en prácticamente todos los eventos roqueros de la Ciudad Condal, como el Festival Europa’67 con Los Salvajes, Lone Star, Alex y Los Findes, Los Sirex… Sin embargo, un año después la banda desaparece de la escena poniendo fin a una corta pero intensa carrera.
Alberto López (batería) se integra en primera instancia en la banda de acompañamiento de Tony Ronald y luego en la de Georgie Dann para después pasar por múltiples formaciones como Santabárbara.
Buen domingo.
A finales de 1964 el mundillo musical español vivía aquejado de brincosis, enfermedad consistente en el desesperado intento de las casas discográficas por imitar el éxito obtenido por Los Brincos con su primer hit, «Flamenco«. En ese contexto, un ojeador de la RCA se fija en cuatro jóvenes barceloneses llamados Los Cheyenes, que previamente habían sido rechazados por los sellos Belter y Vergara. Se firma el preceptivo contrato y la casa discográfica impone como tema principal del primer EP el tema «Válgame la Macarena«, música seudoandaluza de aires copleros compuesta por un compositor de la casa y que imitaba la citada canción de Los Brincos. El disco se introdujo en los primeros puestos de las listas de popularidad y ventas y, a la postre, fue el disco más importante de la historia del conjunto. Los componentes del grupo eran los hermanos Roberto Vercher (cantante y guitarra solista) y Joselín Vercher (bajo y coros), su vecino José María Garcés (guitarra rítmica y coros) y Ramón Colom (batería). Sus edades oscilaban entre los quince y los diecinueve años.
Sin embargo, Los Cheyenes no tenían nada que ver con el estilo Brincos. Lo suyo era el rhythm & blues sin concesiones. Guitarras cortantes y sucias tipo The Kinks, voces agudas, gritos desabridos, ritmos acelerados hasta límites de taquicardia y, en general, todos los condimentos de los que hoy se conoce como música garajera. Pero si por algo Los Cheyenes han pasado a la historia es por lucir los pelos más largos de la época y este asunto de la longitud del cabello no era un tema menor, ya que significaba ser los más rompedores, los más opuestos a los dictados del nacional catolicismo imperante y, por tanto, los más peligrosos.
Durante la campaña de promoción de su primer disco, fueron contratados para actuar en televisión (en la única que había entonces) y el cura censor les instó a cortarse o recogerse el pelo. Ellos se negaron y no salieron por la tele ni ese día ni ningún otro. Sin embargo, su mánager, Pedro Heredia, supo mover el asunto y lo convirtió en una controversia nacional con simulacro de corte de pelo en los estudios de Radio Madrid ante la histeria de más de ochocientas fans que cortaron la circulación de la Gran Vía. Estos incidentes, su gran equipo de amplificación que hizo saltar cristaleras e instalaciones eléctricas, sus problemas con alcaldes y concejales franquistas por sus indómitas melenas hicieron de Los Cheyenes uno de los grupos más famosos de la época aunque sus ventas no coincidieran con su popularidad.
Su segundo EP, encabezado por «Conoces el final«, composición de Roberto y José María, nos muestra ya un conjunto en la onda de The Animals. Con este disco las ventas descendieron, pero aún mantuvieron al grupo en candelero. Los discos posteriores pasaron inadvertidos, muy perjudicados por la precariedad con que se grabaron, sin productor y en estudios alquilados por unas horas.
A principios de 1966, Roberto Vercher es reclamado por la patria para cumplir con sus obligaciones militares y de nuevo la maldita mili descabeza otro grupo. Es sustituido por José Luis Moro (guitarra solista) y Michel (cantante). Con esta formación graban su último single: «Borrachera / Siguiendo al Sol» (RCA, 1967), un disco muy pobre donde el grupo evidencia que sus mejores momentos ya han pasado. Poco después Ramón y José María abandonan el grupo. Roberto regresa para rehacer el grupo y siguen actuando por la zona de la Costa Brava hasta 1968 en que se deshacen definitivamente.
Sólo Jesulín Vercher, el benjamín del grupo, continuó en la música y, tras pasar por varios grupos, fundó a finales de los 70 con los músicos de su barrio de siempre La Salseta del Poble Sec.
Los Cheyenes fueron los más bronquistas, los más transgresores, los más sucios, los más rebeldes, los más provocadores, los más indomables de su época… y nadie fue capaz de cortar sus cabelleras. Hoy son recordados más por su oposición frontal a las normas de una época marcada por la represión que por su música (La Fonoteca).
Os dejo con su discografía completa. Buen Domingo.