domingo, 26 de noviembre de 2023

25 TOP SPANISH YEYE GIRLS (24/25): LICIA

Licia había estudiado en el colegio Santa Inés, donde se bautizó en el mundo canoro tomando parte del coro colegial. Su voz y su físico le animaron a presentarse al concurso “Nuevas voces” de Radio Juventud, donde destacó notablemente con su voz dulce pero enérgica. Pero el verdadero trampolín de su carrera fue un programa televisivo muy popular en la España de los sesenta, “Salto a la fama”. La zaragozana ganó la edición del 64 y a raíz de ello, viviendo ya en Barcelona, fichó por Vergara y comenzó a editar discos: un total de cuatro epés y cinco singles, que, entre el 65 y el 68, la colocaron en primer plano de la actualidad musical, formando parte enseguida del batallón de chicas “con el pelo alborotado y las medias de color”, las ye-yés nacionales: Ivana, Betina, Silvana Velasco, Adriángela, Rosalía, Marta Baizán, Lita Torelló… y, cómo no, Karina. Una nueva clase de chicas cantantes y de modelo de mujer que serían el primer estigma de la emancipación de sexos en la azulada España de los pololos y la Sección Femenina. Y es que Licia era el arquetipo de chica ye-yé a la francesa: rubita, guapa, juvenil, desenfadada, muy a la moda en la vestimenta y con canciones por lo general rítmicas y optimistas. Una de esas chicas soñadas por cualquier joven y a la que le costó muy poco entrar en el gran círculo del pop español, codeándose con los grupos más populares del momento: Brincos, Bravos… De hecho, tomó parte en uno de los acontecimientos musicales más importantes de los sesenta, el Festival de Conjuntos celebrado en la primavera del 66 en el palacio de Deportes de Barcelona, con un llenazo impresionante, según las crónicas de la época, y en el que participaron Lone Star, El Dúo Dinámico, Los Salvajes, Los Brincos, Los Bravos y Los Sirex, entre otros. “El folclore americano”, canción que incluyó en su tercer EP, fue uno de sus números fuertes. En realidad, Licia fue una excelente adaptadora, como lo eran todas las chicas de su hornada, que nunca componían y que sólo cantaban aquello que les imponía la discográfica de turno. En su primer EP, del 65, cantó con brío y simpatía temas franceses, italianos y americanos: “Boys Cry”, Vulcano”, “Riampiangerai” y “Un ami ça n’a pas de prix”. En el segundo, también del 65, como tantas y tantas veces hicieron los grupos y solistas de los sesenta, Licia abordó a los Beatles con “Help”, añadiéndole los productores unos curiosos coros doo wop. Su último epé, del 67, incluyó otro hit de la época, “Cuando digo que te amo”. A partir de entonces, a través de los cinco singles posteriores, fue evolucionando desde las cándidas canciones comercialoides, y ya distantes de su apostura ye-yé -caso de “Siete maravillas”, casi un spot publicitario de la isla de Mallorca-, o la apología del incipiente turismo familiar con “La familia”¬, a las canciones italianas y al pop americano, haciendo versiones de “Cinderella Rockefella”, “Una testa dura”, “Sunshine Boy”… mientras sus vestimentas y las portadas de sus discos iban mostrando una clara estética hippy. No por casualidad, la última canción que cerró su discografía, en el 68, llevó por título “Porque eres beat”. El pop español estaba entrando en el llamado “sonido underground” y ella desaparecía de la escena musical, tras casarse con un famoso locutor barcelonés, Joan Castelló Rovira. 
Texto tomado del libro de Matías Uribe: Polvo, niebla, viento y rock (Ibercaja, 2003), que podéis descargar aquí.

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