EXOTICA FLAMENCA

Soy de Córdoba y no, no, no, no, no me gusta el flamenco. Nunca me ha gustado. Seguramente sí que me gustaría oirlo en una taberna perdida de Triana a las 2 de la mañana, cuando la voz ya se quiebra, o en una calle de las afueras de Jerez, sin alfaltar, oyendo a una señora de 60 años sentada a la puerta de su casilla en una silla de enea. Eso hasta es posible que me guste. He estado a solas con José Menese y Paco de Lucía cuando el segundo venía a ver al primero a su casa de la calle Caramuel. Pero ni por esas, oye. 

Pero al lío. Algún flamencólogo seguro que sacaría una tesis doctoral de este disco que subo hoy. Son apenas unos ejemplos de la horterada que sale cuando se combinan dos cosas ya de por sí horteras (porque no me digáis que el twist no es hortera). Hoy lo podríamos ver como eso, algo exótico, incluso con cierto cariño nostálgico de un nosequé de unos años que eran otro nosequé en este nuestro país, que entonces andaba perdido en cosas de las moderneces. 

Esta vez, en vez de decir eso de "espero que lo disfrutéis", diré "perdonadme, por favor!"