martes, 4 de mayo de 2021

Pipo Y Pepa, relato de Sebi (Rodillo´s Queen)

Pues hoy tenemos de nuevo por aquí a Sebi A.K.A "Rodillo´s Queen", que me ha asaltado el ordenador para poner uno de sus escritos, de esos que hace para el programa de radio "La máquina de Escribir". La verdad es que es tan hábil escribiendo como manejando el rodillo, y además, peloteo aparte, los lee de maravilla. Os dejo este escrito en texto para los mas intelectuales y en audio para los mas vagos. Pero bueno, Sebi Rodillo´s os quiere comentar algo:

Hola gentes.
Pues es que cuando suelto la mandileta y el rodillo, se me cambia el carácter y paso de decir burradas y me pongo tierna, así que la entrada del Antoni, la de "Moon River" me recordó uno de mis escritos para la radio, o sea, para los perezosos de leer, os recomiendo estas herramientas: sofá, cerveza, cigarrito o no, aliñado o no, y sobre todo tripa arriba, que os voy a contar un cuento muuuuu bonico, para que durmáis a gustico. ¡Hala pues ! buenas noches y arrorró mis nenes.
MARISEBI CUENTA CUENTOS

PIPO Y PEPA

Cuando aún era una niña, Elisa, "la soñadora", como la llamaba su madre, pasaba todo el tiempo que podía merodeando por la Rambla de Barcelona. Su casa estaba pegada al típico paseo de la capital, siempre lleno de gente de todas las razas y colores. Le gustaba sentarse en un banco y jugar a ver cuántos idiomas oía, según iban pasando grupos humanos. No hablaba ni conocía otro lenguaje que no fueran los dos suyos, pero aún así intentaba encontrar las diferencias entre los sonidos que podía captar. 
Recorría luego la Rambla en busca de esos artistas callejeros que ofrecían sus espectáculos desde Canaletas hasta Colón: una pareja que baila tango,un hombre que hace música con una sierra de cortar árboles,un payaso que va en silla de ruedas, un mimo que viaja por el mar en una barca imaginaria, dos jóvenes que manejan unas marionetas con sus manos moviendo un montón de hilos que cuelgan de sus dedos. Esto es lo que Lisa más admira,siempre se queda embelesada con los que manejan marionetas. ¿Cómo pueden darle ese movimiento que los convierte en diminutas personas? ,y  Elisa siempre lleva en sus bolsillos alguna monedita para tirarla al sombrero que está en el suelo, y a veces se acerca y habla con los muñecos y se promete a sí misma que algún día aprenderá a mover las manos como esos titiriteros para dar vida a unas marionetas que ella creará y que contarán cosas al público que hará corro a su alrededor como ella lo hace ahora. 
Luego, en su cuarto, frente al espejo, juega con sus guiñoles y les hace hablar e interactúa con ellos, y un año después pide a los reyes una marioneta y con la ayuda de mamá, aprende a subir y bajar piernas, piernas y brazos, a saludar, agacharse, a bailar. Pero no, no es igual que los titiriteros de las Ramblas, ellos son tan buenos, tienen unas manos tan ágiles y así Elisa va creciendo con el propósito de algún día ser una titiritera. Y así, después de terminar sus estudios, buscan una escuela donde aprender a mover sus manos y un taller donde crear marionetas. 
Y es así como Elisa ha conseguido realizar su sueño, que duerme con ella desde que era una niña, hoy es ya una artista callejera que muestra su pequeño espectáculo en plazas y calles de distintas ciudades, aunque su lugar preferido sigue siendo la concurrida Rambla de Barcelona, donde los personajes creados por ella son dos marionetas preciosas. Se llaman Pipo y Pepa y con ello se gana la vida. 
Se ha alquilado una pequeña casa en la montaña, tiene un coche de segunda mano, un trasto viejo donde viaja siempre cargada de sacos de dormir, un colchón enrollado y una gran bolsa donde mete ropa para toda clase de cambios de clima y todo en un perfecto orden desordenado en la parte de atrás, en el maletero, una gran cesta de mimbre con tapadera. Ese espacio sí que lo lleva en perfecto orden. En ese cubículo viajan sus marionetas Pipo y Pepa, perfectamente estirados, unidos a la cruz de madera de la que cuelgan los hilos por los que ella le transmite vida desde sus propias manos, ideas desde su soñadora cabecita y sentimientos y emociones desde su propio corazón. 
Con ellos Elisa inventa su vida y en voz alta verbaliza sus ilusiones y con ellos crea un mundo propio que comparte con el público errante que merodea por su querida Rambla, a la que acude casi todos los días y de la que escapa al final de cada jornada de titiritera para disfrutar de su rincón solitario en la montaña. Cuando llega a su casa solo descarga su bolso personal y la cesta de mimbre donde guarda sus queridos títeres. Nunca los deja dormir solos en el coche porque siente que los desampara, además, si se le ocurre una idea nueva para el espectáculo del día siguiente, ensaya movimientos, el cambio de las dos voces, añade algún elemento como atrezzo para el pequeño escenario que improvisa según su estado de ánimo, luego los coloca otra vez en su cesta, les da las buenas noches y se va a dormir esperando que mañana el gorro sea generoso y agradeciendo de tener a esos personajes por compañeros, pues Elisa ama a sus dos pequeños, Pipo y Pepa. 
Hoy es domingo y la mañana se ha despertado fresca y brillante, ya huele a primavera. Elisa se despereza despacio y antes de poner los pies en el suelo, repasa el guión base que inventó anoche para el espectáculo de hoy. Le bastan cuatro ideas fijas y luego improvisar al desarrollo de la historia que esos pequeños diablillos le van a inspirar una vez estén frente al público. Esa es la manera de trabajar con ellos, Elisa da el pie y Pipo y Pepa hacen el resto porque ella entiende el lenguaje de sus miradas, sus expresiones, conoce sus sentimientos. Para ella, los muñecos tienen vida propia, los ha creado con sus manos y el cariño que siente por ellos parece que les ha insuflado alma. 
Antes del desayuno, abre la tapa de la cesta y les da los buenos días,es una costumbre ysi no lo hace, no desayuna a gusto. Hoy, como siempre y cada día va hacia la cesta, la abre y les dedica un: "Buenos días chicos". Hoy es domingo, pero algo la sorprende: ella siempre los coloca boca arriba, con las cuerdas bien estiradas, la cruz de madera bien puesta que no les roce la cara, el vestido de Pepa bien puesto que nos arrugue y un tanto separados entre ellos, que no se vayan a arañen sus preciosos caritas. 
Cuando ha abierto la tapa se los ha encontrado ligeramente de perfil, como mirándose a la cara uno al otro y con las manos de uno sobre las manos del otro, que raro. Se queda un momento con suspendida en el tiempo con la tapa de la cesta a medio abrir, la postura que tienen las marionetas le emociona, luego reacciona y llega a una conclusión: "Bollito", su perro que duerme al lado de la cesta, la habrá movido la habrá empujado jugando y esa es la razón, no puede ser otra. 
Camino de Barcelona no puede quitarse de la cabeza la imagen de los muñecos, como se los ha encontrado esta mañana y una y otra vez se dice para sí misma como para convencerse: el perro, ha sido el perro. Luego se atreve a imaginar y se le escapa la carcajada, ¿y si no?, ¿y si no ha sido el perro? se sigue preguntando mientras aparca. Cuando abre el maletero, no puede resistir la tentación de echar otro vistazo al interior de la cesta. pues en casarlos ha vuelto a colocar, como siempre, y no, no se han movido. Menos mal, dice dirigiéndose a ellos, ya pensaba yo no sé que de vosotros dos, venga chicos, que hoy es domingo y la rambla está llena de niños y con esto siempre triunfáis. 
Y así empieza otro día del espectáculo callejero, Elisa prepara su pequeño escenario en vivo y en directo y esto ya atrae a los curiosos, ya se van sentando los niños alrededor, algunos ya conocen a estas marionetas y le saludan por sus nombres, y Pipo y Pepa responden a los saludos a través de la voz de Elisa, que mientras va recordando el guión que dejó ayer colocado en su cabecita, y ale hop, luego empieza el espectáculo. Hoy le van a hacer un homenaje al cine y entre Elisa y los muñecos se va creando una historia dedicada al público presente, al que los muñecos les van a hacer creer que están sentados en cómodas butacas en una sala de cine. En la trama de la historia Pipo es Gene Kelly y baila y canta bajo la lluvia con un paraguas imaginario y le declara su amor a Pepa. Y luego la dulce Pepa se sienta en el alféizar de una ventana y con su guitarra imaginaria canta Moon River con una voz seca pero melodiosa, y Pipo ve en sus ojitos negros y redondos a la preciosa Audrey Hepburn y le regala un collar de perlas blancas muy largo y un cruasán que se comen entre los dos mirándose a los ojos, muy cerca sus caritas, hasta que los dos se funden en un abrazo tímido y tierno, y el público aplaude emocionado mientras el cielo de la Rambla se va poniendo cada vez más gris, y la mañana va mojando el suelo en una lluvia fina y el público se va marchando.
Cada vez llueve mas y Elisa, con sus marionetas guardadas a toda prisa corre a resguardarse al coche después de recoger el sombrero, que hoy sí que ha sido generoso. La lluvia arrecia cada vez más fuerte, Elisa corre hasta el coche y el bolso al hombro que se le cae a cada paso, la cesta en la mano intentando salvarla de la lluvia, la tapa con su abrigo se le escurre, la vuelve a tapar sin parar de correr, serpentea por las calles  estrechas, laterales, a la Rambla. Cada vez más deprisa se le acelera el corazón, no quiere que se moje sus marionetas, no, no pueden mojarse. El abrigo se escurre, la tapa otra vez, cada vez llueve más fuerte, los peatones corren, Elisa corre, el tráfico corre, ella sortea los coches con tal de acortar el camino. Algún coche le reprende con el claxon. 
Rápido, rápido, rápido, ya estoy cerca, ya queda poco, y de repente, ¡zas!, un golpe la desorienta, la cesta se suelta de su mano, el coche le roza la ropa, el abrigo cae al suelo y su cesta vuela. El coche chirría del frenazo en seco y de repente todo se para. Cuando Elisa se hace consciente de lo que ha pasado, la escena le rasga el alma, ella está ilesa, el conductor está saliendo del coche y se acerca a ella, pero ella no lo ve. Elisa sólo puede ver su cesta debajo del coche destrozada. El grito se oye hasta la rambla. 
Cuando entre el conductor y ella intentan recoger los desperfectos, ya no hay remedio: la cesta está hecha añicos y las marionetas son solo un amasijo de piernas, brazos y trapos destrozados en pedazos, sus caritas son fragmentos de cerámica sin vida. Entre el conductor y ella lo van  recogieron todo con mucho cuidado, dejando todos los pedacitos sobre el abrigo mojado y las lágrimas de Elisa se mezclan con la lluvia de una mañana de primavera que ha visto morir a sus queridos Pippo y Pepa. 
El conductor no sabe qué más palabras de consuelo decirle, ya no hay remedio. Él se ofrece para pagarle lo que ella le pida por los muñecos, pero ella, agradecida, lo rechaza. Sabe que ha sido culpa suya por no mirar por dónde iba y cruzar las bocacalles alocada y el dinero ya no le devolverá la vida a sus muñecos. Él se ofrece para acompañarla hasta su coche, que espere que le facilitara una bolsa donde meter el hatillo que ha hecho con su abrigo para recoger los restos del accidente, porque ella no quiere desprenderse de lo que queda de Pipo y Pepa. Ella agradece la ayuda y espera a que él aparque correctamente el coche, animándolo a la acera. 
Es entonces que Elisa ve que sobre el asfalto aún ha quedado una pequeña esquina de la cesta, la recoge y allí, pegaditos al fondo ve dos piezas que ella no reconoce como parte de sus muñecos, son dos corazones rojos, pequeñitos y juntos. Desconcertada, los guarda muy despacio, apoyándolos en su mano. Ahora lo entiende todo, no fue su perro quien cambió, la postura de los muñecos anoche, y una triste sonrisa borra las lágrimas de su cara. 
El conductor viene hasta ella y al verla sonreír le pregunta si se siente mejor. La abraza y abrazados se despiden al lado del viejo coche de Elisa. 
Hoy ella sigue siendo una titiritera conocida en la Rambla. Sus personajes marionetas ya son otros, que ella ha creado. Meve sus más y sus manos ágiles y contentas cada vez mejor. En sus muñecas siempre lucen dos pulseras de macramé tejidas por ella misma, entre el tejido dos corazones, rojos, pequeñitos, uno en cada pulsera, dos pulseras gemelas que guardan para siempre dos corazones que se amaron y para siempre los lleva con ella, porque ella también amaba a sus dos marionetas Pipo y Pepa.

Aquí el audio para los que prefieren escucharlo triparriba, cervecita en mano y entre una buena nube de humo:



¡Bien bonito! espero os haya gustado y sino esta es la ocasión para la venganza de todos los rodillazos recibidos, pero pienso que está a salvo, por que... La que vale, vale.
Nada mas, solo agradecerle su participación en este blog que ella también siente como un poco suyo, y a esperar otro de sus relatos.

9 comentarios:

  1. Bueno, pues que muchas gracias por dejarme colar en vuestro rinconcito, que la verdad es que me encanta, espero que os haya gustado y si alguien me manda una colleja, pues donde las dan las toman y callar es bueno
    LAMARISEBIAGRADECIDA

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    1. Es un pacer tenerte por aquí. ¿Que hay pa comer?
      Besikos
      Jose

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  2. ¡¡Conque es un ¨pacer¨, yo ya sabía que eres un poco borrico, pero no tanto, así que hoy pa comer hay pasto de la era para ti yo ya me como las albondigas y la ensalada, ¡¡ale, a pacer ¡¡que la hierba está fresquita
    MARISEBICOCINILLAS

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  3. Pero que requetebonicoooo...!!
    Lo he leido tumbado en el sofá, después de comer y he disfrutado como un niño. La verdad es que el relato tiene su punto triste pero el final es feliz como deben ser los cuentos.
    Enhorabuena amiga Sebi. Yo ya sabia que escribes muy bien pero con este relato me has vuelto a sorprender

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  4. Como ya sabemos de tus habilidades como “cuenta cuentos”, hemos leído el relato mientras lo íbamos oyendo en el audio. Lo de perfecto orden desordenado me suena mucho. Mavi dice que tiene el punto de los cuentos de Hans Christian Andersen. Te hemos oído como cuando éramos niños. Gracias por el buen rato.
    Saludos

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    1. Pues que bonito haceros felices por un rato,muchas gracias,me haceis sonreir mientras escribo esto
      Besos de Marisebicuentacuentos

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  5. Me he leído el cuento de un tirón para olvidar que aquí por Madrid nos hemos vuelto todos locos. Es lo que tiene la ciudad. Bueno, al final ella encuentra su príncipe azul. Algo salió ganando.
    Enhorabuena.
    Saludos,

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    1. Pues si que lo de Madrid tiene guasa,me alegro que te he podido animar el ratito,gracias
      SEBI

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